martes, 15 de mayo de 2007

Nuestra Ciudad



La Plata, fundada y creada para el encuentro y la unidad nacional

Especialmente diseñada a fines del siglo XIX para sede del gobierno de la Provincia de Buenos Aires, está a 56 Km. al sudeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ex-Capital Federal, sede del Gobierno Nacional Argentino. Tiene una belleza incomparable por sus majestuosos bulevares, su antiguo bosque de eucaliptos y la combinación de estilos europeos de sus edificios públicos. El égido urbano tiene 940,38 km2. El clima es templado y húmedo. El paisaje imperante es de llanura, levemente ondulada, grandes planicies sin árboles de crecimiento natural, con una alfombra continua, abundante y permanente de pastos tiernos. Corresponde a la Pampa Húmeda, con suelo sedimentario rico en humus, que provee condiciones ideales para la explotación agricologanadera. La Población urbana es de unos 600.000 habitantes, distribuidos aproximadamente con equilibrio entre los sexos (sólo 3% más mujeres que varones). El idioma oficial es el castellano.

La Plata es singular entre las ciudades argentinas, pues no surge de la expansión histórica de asentamientos humanos espontáneos, sino de una decisión política de creación, para solucionar los problemas generados entre los gobiernos provinciales cuando en 1880 se decide la Capitalización de la ciudad de Buenos Aires, antigua sede del Gobierno Provincial para convertirse en la Capital Federal. Hasta aquel momento no había allí asentamientos urbanos. Los únicos habitantes cercanos eran los pobladores de Tolosa, pequeña localidad de 7.000 habitantes, fundada poco tiempo antes (1871). Para contribuir al equilibrio entre provincias y fomentar la unión nacional, en 1880, se eligió el sitio ideal para su creación. La piedra fundamental se colocó el 19/11/1882, en lo que sería su centro geográfico, la actual plaza Moreno, luego custodiada por el bellísimo Palacio Municipal y la imponente Catedral gótica, rojiza al ser de ladrillos, convertida en uno de los símbolos platenses. Es algo así como la Brasilia del siglo XIX, una ciudad planeada y construida desde cero, cuyo diseño se seleccionó por concurso y cuya edificación se encargó a miles de trabajadores, la mayoría italianos de la corriente inmigratoria de 1880. Moderna en su concepción urbanística, distinta en las características de su sociedad, exenta de las tradiciones hispánicas que marcan a otras ciudades argentinas, es reconocida por su trazado cuadrado, sus diagonales, su bosque y sus plazas, colocadas con exactitud en damero cada seis cuadras, surgidos de la genial visión de su diseñador, el Ingeniero Pedro Benoit. El armónico proyecto es uno de los ejemplos más relevantes, a nivel mundial, del urbanismo del siglo XIX, y por ello en 1889, fue distinguida en la Exposition Universelle de Paris con dos medallas de oro, una por su Modernidad, y otra por la rapidez y calidad en su construcción, entregadas por Julio Verne a su fundador, Dardo Rocha. Su crecimiento fue vertiginoso. En marzo de 1884, tenía 6.846 habitantes.

Actualmente la ciudad es un centro administrativo, comercial, recreativo y cultural, con una magnífica arquitectura expresada en sus edificios fundacionales, plazas, avenidas y paseos. Es la Sede Política y Administrativa del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y se encuentra próxima a las instalaciones del complejo portuario-industrial y de la zona franca de Ensenada, desde donde parten buques de gran calado, en especial petroleros. Cuenta con establecimientos de enseñanza en todos lo niveles entre los que se destacan la Universidad Nacional de La Plata, donde se cursan todas las carreras, tanto técnicas como humanísticas y artísticas y la Universidad Católica de La Plata. Es conocida particularmente por el Museo de Ciencias Naturales, con una colección de fósiles única en sudamérica, el Teatro Argentino y el Observatorio Astronómico. En el mes de octubre de 1998, la UNESCO la seleccionó junto con otros cuatro sitios argentinos que aspiran a ser designados como Patrimonio de la Humanidad. El discurso fundacional de Rocha sintetizó la historia que llevó a crearla y la esperanza puesta en su porvenir: "Hemos dado a la nueva capital el nombre del río magnífico que la baña, y depositamos bajo esta piedra, esperando que aquí queden sepultadas para siempre, las rivalidades, los odios, los rencores, y todas las pasiones que han retardado por tanto tiempo la prosperidad de nuestro país". Una verdadera legión de empleados públicos y albañiles italianos fueron sus primeros habitantes. En menos de 150 años la convirtieron en capital imponente y prodigiosa, surgida como por encantamiento del suelo pampeano
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